Where the wild things are.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Volverás?

Echar de menos es una sensación curiosa esta vez. Se sufre... Pero no estoy segura de querer sofocar ese sufrimiento. 
La mentira da miedo, los celos destrozan todo a su paso y el orgullo te obliga a olvidar. Por eso te echo de menos, porque mantengo todo eso lejos.
Por qué las cosas se tuercen así, no lo sé. La vida. El amor. El deseo incumplido de cada uno.
Y aun así te mantienes, durmiendo en algún pequeño rincón de mi corazón... No te elegí así. Tú me dejaste ante la elección, quise armonizar y sembré resentimiento... ¿Qué hicimos mal?
Ahora es como si no te conociese, en mis sueños te presentas nuevo. ¿Volverás?

sábado, 18 de octubre de 2014

Impotencia

Vivo intentando ganarle batallas a la impotencia por parecer todo una ilusión. Impotencia de percibir tu perfume y saber que no estás, que quizás mi mente me juegue una mala pasada. De esperar besos que no llegan, en mi lucha con tus relojes... Mi afán por destruir las horas que te amarran en la distancia. Sabes, es esa idea mía de un Nunca Jamás eterno, aunque sólo se trate de fingir que no existe tiempo ni lugar... Solos tu y yo en medio del más acogedor vacío. Cualquier lugar puede ser nuestro vacío. Como si hubiésemos nacido ayer, desnudos en una selva ignota.
No quiero esperar, no quiero impotencia por lo que no llega. Quiero tu amor desnudo en nuestro vacío infinito.

La ausencia

La ausencia es divertida y la añoranza un sentimiento tan completo. Tus caricias parecen perdidas y, sin embargo, nunca las tuve tanto. La distancia nos acerca cada vez más, que absurdo... Mientras más te alejas más preparada estoy para recibirte.
Te tendré, amor, te tendré de nuevo entre mis brazos cuando ya casi ni te eche de menos. Cuando tu alma haya estado durmiendo a mi lado en tu lugar. Entonces y sólo entonces dime adiós; cuando cuando ya no signifique nada, cuando tu presencia nuble mi entendimiento, cuando estés tan cerca que no quepa la duda entre tu cuerpo y el mío.

Si son momentos

La mayor felicidad continua.
Sí, la felicidad son momentos... Pero la sucesión de momentos felices también debería tener un nombre. ¿Por qué no llamarlo como tú? Así meteré en ese grupo tus besos, tus caricias y las infinitas noches bajo el calor de tu piel. También meteré, por ejemplo, mi necesidad de escribir sobre el amor que tengo comp si fuera parte de la historia.

...y tú

Jarabe para que la esperanza no se convierta en expectativa.
Niebla de verano por la mañana y brisa por la noche. Vacío. 
Vacío para que las emociones solo estén de paso. Cuadernos negros que no sean cartas de amor y cartas de amor que no se encierren en cuadernos negros.
Canciones sin entrelíneas ni conexiones. La indiferencia jugando con el miedo a ser reales... Y sin llorar en la almohada, lluvia... Y tú.

Ella

Y ahora que hay un vacío donde antes había recuerdos. Ella era recordada antes de ser añorada y ahora que cumple ambas cosas solo es ceniza.
La soledad del alma se hace patente cuando ésta se hace a la idea de que alguien es capaz de irse para no volver jamás. No existir. Esa idea de la inexistencia es la más compleja a la que me he enfrentado.
He de pensar que jamás volveré a sentir su mano en mi mejilla, que nunca volveré a escuchar sus historias de novela. Ni siquiera podré pensar en ella, sólo en su recuerdo... Y atormentarme por todo lo que pude hacer y no hice cuando tuve la ocasión.

Olvido

Se me ha olvidado escribir porque no pienso. Se me ha olvidado pensar. En cambio, estoy aprendiendo a sufrir por no escribir lo que pienso, que es lo sufrido consecuencia de haber olvidado protegerme.

martes, 16 de septiembre de 2014

Olor.

Es un sentido tan preciado el olfato para mi. No podría vivir completa sin él, renunciando a tanto.
Y para mi su olor, ah, solo con hablar de su olor puedo sentirlo... Su olor es una delicia para mi olfato por supuesto, y para mi es la octava maravilla. No es por el olor en sí, es su capacidad de transportarme nada más y nada menos que a los momentos mas felices de mi vida; momentos en los que su olor ha sido indiscutible protagonista creando el clima ideal. 
Cuando le conocí, nos abrazamos sin mediar palabra y en un segundo se había marchado. Su pelo rozó la punta de mi nariz, su mano en un parpadeo se había hecho íntima de mi corta espalda, el roce de su barba en mi mejilla y esa abrumante oportunidad de querernos... En ese segundo que él pudo sentir mi corazón, intentando atravesarme con fuerza el pecho para cobijarse en el suyo, en ese segundo dejó su aroma grabado en mi mente hasta casi poder saborearlo, para ya no olvidarlo nunca. Puedo hablar de ese instante como si lo hubiese vivido ayer mismo tan solo con oler una camiseta suya, es su efecto.
También recuerdo aquel primer beso, con un toque más natural en su olor y más pícaro en sus gestos. El abrazo pionero de su chaqueta vaquera, mi primera intrusión en el secreto de su olor, su propio cuerpo, tan intenso esa vez... Reinventado en la cercanía.
Club de la camita, la correa de la guitarra, la proximidad de su cuello trayendo consigo mi único vicio, su desnudez... La peculiaridad de su olor cuando no hay nada entre mi nariz y su pecho, y el descubrimiento de los matices que tiene cada parte de su cuerpo. Qué haría yo sin mi olfato. ¿Cuál sería mi máquina del tiempo para revivirle una y otra vez? De un amor así, que cada día huele más único, una no puede cansarse.



La lluvia

Eso de oir llover desde la cama una madrugada de septiembre es de esas cosas que, joder, dichas así son tan absurdas y cursis. Pero conforma una atmósfera única, tanto que, si se tratase de octubre o estuviera viendo la lluvia con mis ojos, no sería igual. 
Las nubes son naranjas, la lluvia parda y mi noche muy negra sin él. Pero especial sin duda. Siento la fuerza del agua en las palmas de mis manos, la brisa fría en mi nuca haciendo competencía al aliento que la frecuenta; pero mucha nostalgia. No sentía la lluvia desde aquel día y de hecho la vez anterior que me visitó tampoco es ejemplo de felicidad... Hoy puede que lo sea. Porque él no está a mi lado, pero está conmigo; porque no ha venido el agua a fastidiarme un día en la playa, porque no acompaña a una desgracia, tampoco cala los huesos de mis piernas ni me está dejando como un cachorro abandonado en invierno. Es cálida y sin rozarme me abraza para que me duerma ahora que él no está. Hablando de él... Le quiero -conmigo, bajo la lluvia-